La relación entre Medio Ambiente e Ingeniería Civil no tiene un punto de partida concreto.
Seguro que todos hemos oído hablar del concepto de “Huella Ecológica”, y aunque el término ha sido gestado en las últimas décadas, viene a expresarnos de una forma general la superficie que cada humano necesitaría para obtener de la naturaleza toda la energía o materia necesaria para su subsistencia según las características de su entorno. La diferencia del humano con los animales o las plantas es que en su caso la huella ecológica actúa como limitante máximo de su población. En nuestro caso, actualmente disponemos de infinidad de técnicas e infraestructuras para aumentar el rendimiento del territorio, pero en detrimento del estado natural del medio.
La unión entre ambos conceptos surge por lo tanto, aunque de un modo muy rudimentario, cuando los asentamientos comienzan a presentar mayor demanda de materias primas que aquellas que se pueden obtener de sus alrededores. Con el paso del tiempo el nivel de vida aumenta y cada persona pasa a tener una mayor “Huella Ecológica”. Pasa a ser necesario importar y almacenar materias de zonas distantes, apareciendo el transporte, las infraestructuras, las presas… Posteriormente también pasa a ser necesario importar energía eléctrica, surgiendo las centrales eléctricas. Comienza a extenderse la mecánica avanzada y la electrónica, se acortan las distancias, se incrementa la población…
Por lo tanto, la unión entre ambos conceptos deriva de tiempos inmemoriales. Anteriormente la Ingeniería Civil ha atropellado sin reparo al Medio Ambiente, pero es ahora cuando tenemos gran cantidad de factores a favor para poder hacer una gestión eficaz, reduciendo impactos al mínimo, y lo que es más importante, apoyada por una conciencia social medioambiental creciente y empujada por la normativa actual.
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